La casa donde caemos, los padres que nos tocan, los hermanos y que posición ordinal tenemos (mayor, el del medio o el menor), todo esto influye en la personalidad del niño. En casos de padres excesivamente autoritarios en su crianza que se encuentran con un bebé que viene con gran fuerza, con un temperamento fuerte, vamos a ver colisiones constantes, muchas discusiones y probablemente frecuentes expresiones de cólera del niño, es decir, veremos niños renegones. Mientras que un niño con temperamento fuerte que se encuentra con padres con un estilo de crianza democrático, que le permite dialogar, va a poder conducir su energía de una manera más saludable. Tendrá un mayor control de si mismo, porque hay la posibilidad de un tira y afloja con sus padres.
Si nos encontramos con un niño con temperamento fuerte, que grita y es antagonista, recordar que papá y mamá deben cumplir un rol de adulto y cuidar de no ponerse a la par del niño. En todos los casos, pero en particular con este tipo de niños, es muy importante que los padres puedan poner límites claros. Los padres no deben perder los papeles cuando los niños entran en una rabieta. Solo hacerle recordar que ese es el límite pero con calma porque de lo contrario contribuirán a aumentar el desborde de los niños.
Recordemos que los niños vienen al mundo con un estilo propio y los padres estamos para encauzar, modular, para formar pero en una actitud respetuosa y aceptando también a nuestro hijo. Podemos tratar de que no sea tan explosivo pero de alguna manera ese es el temperamento con el que vino y ayudarlo pero no pretender convertirlo en algo que no es, o pretender por ejemplo tener 3 hijos exactamente iguales porque no va a ser así aún teniendo los mismos padres.
Por: Sandra Andren
Psicóloga clínica – niños y adolescentes
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