Es difícil hablar de una etapa específica en que los niños comienzan a experimentar la socialización, porque ésta es gradual y espontánea, pero no por eso deja de ser importante. Depende mucho del estilo y la forma en que cada familia tiene para relacionarse. Si los papás los han llevado a reuniones familiares con abuelos, primos, tíos, amigos desde que eran bebés y se acostumbraron a la mirada, al contacto, al intercambio. O si, por otro lado, permanecieron en casa los padres sólo con el bebé y con visitas esporádicas de los abuelos; obviamente esto marca una diferencia.
Podemos mencionar que en términos generales, el desarrollo social de los niños pasa por distintas etapas. En el primer año de vida, los niños dependen más del estímulo de los adultos para relacionarse con niños y con otros adultos; aunque hay pequeños que se acercan con bastante curiosidad social a los demás. En el espacio de juego, no hay una interacción directa; pueden estar varios niños de un año y medio, todos ellos corriendo, subiendo y bajando pero como si cada uno estuviera en su propio mundo.
A partir de los dos años, los niños muestran un juego en paralelo, es decir, pueden jugar cada uno con una pelota, uno al lado del otro, incluso mirándose pero no compartiendo aún un mismo código. Cuando tienen 3 y 4 años la interacción se hace más directa y compartida, arman juego juntos, se asignan roles y acuerdan reglas.
Hacemos referencia al juego porque es la expresión de los niños, es la forma que tenemos para poder identificar el desarrollo social de ellos. Pasando por una etapa inicial totalmente egocéntrica hasta darse cuenta que existe un “otro” que piensa, siente y desea como él.
Por: Jessica Kuwae- Psicóloga Clínica infantil y Danzaterapeuta – Centro Crianza y Danza