Muchas veces pensamos que como nuestros hijos todavía son bebitos y no saben hablar no nos entienden, así que no les hablamos mucho y esperamos que cuando tengan un año y medio tengan un extenso vocabulario que puedan decir al menos veinte palabras y formular oraciones que tengan sentido.
Una de las mejores formas de estimular el lenguaje de nuestros hijos es hablándoles, aunque no nos respondan nos pueden entender muy bien, no necesariamente todas las palabras que decimos pero pueden leer nuestro tono de voz, nuestros gestos y también empiezan a familiarizarse con el vocabulario. Les podemos contar cosas que hemos hecho en el día, como nos sentimos, leer cuentos, simplemente conversar acerca de cualquier cosa. Así no solo estimulamos el lenguaje sino que forjamos un vínculo con nuestros hijos y vamos marcando el paso para una comunicación positiva en el futuro.
Otra forma de conversar con nuestros hijos es mediante la descripción de nuestras acciones, de lo que hacemos con ellos, detallar paso a paso cómo vamos haciendo las cosas. Por ejemplo al momento de cambiarlos: “ahora te voy a poner tu polito, primero pasamos un bracito, después el otro…” esto los ayuda a predecir lo que va a pasar, cuando ya conozcan las rutinas poco a poco será más fácil para ellos seguirlas y sentirán que forman parte del proceso, por más básicas que sean estas pequeñas acciones pueden significar muchos beneficios para nuestros hijos. Hablar con ellos no significa no callarnos nunca, el silencio también es valioso y hay que saber disfrutarlo.
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