Disciplina en niños: educación y cariño

La educación de los hijos es, definitivamente, responsabilidad de ambos padres, sin embargo, aquellas que nos dedicamos a la agotadora labor de ser mamás comprometidas con la crianza de los hijos sabemos que muchas veces terminamos como las brujas del cuento.

Educar con disciplina, demanda mucho trabajo. Involucra repetir y repetir las directivas hasta que se vuelvan hábitos.

Estas son algunas ideas que pueden ser útiles para no dañar nuestra relación con los chicos al educarlos:

  • Explicarle al niño que si una lo corrige es porque lo quiere, porque es para su bien y porque nos importa.
  • Ponerse en el lugar del niño. Educarlo con firmeza, pero con cariño y principalmente con respeto. No es agradable para nadie ser constantemente corregido y dirigido o seguir órdenes todo el día, por eso hay que darle al niño espacio, aire.
  • Entender que cada niño es diferente. Algunos obedecerán más rápido que otros. Debemos tener la capacidad y la paciencia para entender la personalidad de cada uno de nuestros hijos.
  • Explicar las razones detrás de cada orden de manera concreta. “Porque yo lo digo” no es una buena respuesta pues sólo genera rebeldía. Si el niño entiende que debe hacer algo porque lo beneficia le será más fácil obedecer. Si le dices al niño que debe irse a dormir porque el cuerpo debe descansar para estar sano y funcionar bien, tienes más posibilidades de ser obedecida que si le dices que debe irse a dormir porque tú lo ordenas.
  • Opciones. Es bueno dejar al niño “ganar” de vez en cuando, darle un par de opciones para elegir y permitirle sentir que tiene participación y cierto control sobre la disciplina. Por ejemplo, podemos dejarlo decidir si quiere comer el brócoli o las zanahorias. Nadie come “de todo”, somos diferentes y tenemos diferentes gustos. Hay diversos tipos de comida que pueden darnos los mismos nutrientes. No es bueno sentar al niño por horas a sufrir frente a un plato de vainitas, cuando puede comerse una crema/puré de verduras y recibir la misma nutrición. Imagina cómo te sentirías tú si te sientan frente a un plato de la comida que más odias sin poder levantarte hasta que te la comas toda. En otras palabras: hay batallas que no debemos pelear pues sólo lograremos dañar nuestra relación.
  • Usar un tono de voz firme al dar las órdenes. Nunca gritar pues eso no va a hacer que nos obedezcan por convicción sino por miedo y no es agradable vivir entre gritos y violencia.
  • Repetir las órdenes y dar tiempo para que se cumplan. Olvidémonos de esa frase que dice que los niños deben hacer caso “a la primera”. Los niños no son robots que escuchan una orden y se paran de inmediato a obedecerla. Si nosotras estamos divertidos viendo un programa de tv o conversando por teléfono y nos dicen que nos vayamos a lavar los dientes pues no nos gustará dejar lo que estamos haciendo. Lo que podemos hacer es dar al niño un aviso previo o pedirle que se lave los dientes cuando lleguen los comerciales, por ejemplo. Recordarle cumplir con la directiva cuando lleguen los comerciales no estará de más. Nunca olvidemos que ¡SON NIÑOS!
  • Cuando el papá esté en casa, podemos pedirle a él que se encargue de enviar a los niños a la cama, a bañarse o a apagar el tv.
  • Es muy importante agradecer y alabar al niño cuando cumple con alguna obligación o hace algo bien para motivarlo y demostrarle que reconocemos su esfuerzo.
  • Y lo más importante, pedir perdón cuando nos equivocamos. Habrá días en los que estaremos cansadas y nuestra paciencia no será la misma, habrá ocasiones en las que realicemos acciones que no nos hagan sentir orgullosas. En  esos casos debemos pedir perdón. Así le enseñamos al niño que no somos perfectas, que estamos aprendiendo, y que reconocemos que lo que hicimos no estuvo bien. Al pedir perdón también le estamos demostrando al niño nuestro respeto.”

Por: Madeleine Marion, abogada, escritora de cuentos infantiles y mamá a tiempo completo

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