¿Qué tipo de vínculo tienes con tu hijo?
Fue un poco inquietante escuchar en una reunión que una persona decía: “He comprado eso que es como una bolsita de tela que me permite tener a mi bebé pegado a mí, mientras yo hago las cosas en mi casa. Lo tengo seguro y me deja las manos libres para hacer todo. Ya ven, ¿quien dice que la dependencia es mala?”. ¿Estamos entendiendo bien lo que significa ‘dependencia’?
Asumimos que lo que quiso decir es que le estaba dando proximidad, contacto, seguridad y protección; que si al bebé le daba hambre, ella le podía dar de lactar en ese momento, que si lo sentía inquieto, podía notar que necesitaba un cambio de pañal o verificar si tenía fiebre. Pero todo eso es lo que llamamos APEGO, que no es lo mismo que dependencia.
El apego se refiere a la interacción entre dos seres, es la búsqueda de cercanía para afrontar situaciones de sobrevivencia y amenaza. Los seres humanos, como mamíferos que somos, en el inicio de nuestra vida, tenemos respuestas automáticas ante un ser adulto que nos cuida, nos satisface en nuestras necesidades y nos guía.
El apego es la base para que se desarrolle el vínculo.
Un apego saludable le provee al bebé identidad: ¿quién es?, pertenencia: ¿quiénes son su familia?, seguridad y confianza para desarrollarse y crecer. En cambio, la dependencia lo hace inseguro, temeroso, incapaz de tomar decisiones y de resolver inconvenientes, hace que siempre busque respaldo en otra persona para hacer las cosas (mamá, papá, amigos, compañeros de trabajo, esposa o esposo).
Entonces, ¿qué queremos para nuestros hijos: un apego saludable o que sean dependientes de nosotros?
Por: Jesica Kuwae, Psicóloga Clínica y Danzaterapeuta – Casa Galli
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