Hay días en lo que me pongo a reír sola y los que están cerca se preguntan si estoy loca, pero seguramente les ha pasado que recuerdan algún episodio que les sucedió con los niños ya sean pequeños o grandes.
Una de las anécdotas que la mayoría de padres han experimentado, son aquellas veces en la que los varoncitos nos orinaban encima, sí, una estaba cambiándole el pañal, cuando de repente sentía ese chorrito delgado y gotas salpicándole la cara.
Recuerdo que al inicio me tomó por sorpresa, pero luego e vino algo peor, terminaba de lavar la colcha cuando se hizo popo encima, era como para morir, la manta blanca y allí sus deposiciones jajajaja.
Pero también pasan cosas junto al papá, un día a mi hija le estaba dando vómitos y él corrió con el babero y le tapó la boca ¿el resultado? La pobre se ensució toda la carita, en principio me enojé, pero luego todo pasa y queda la experiencia.
Así he escuchado muchas cosas de mis amigas, como aquella vez que a una de ellas su bebé casi la desnuda en el bus, quería lactar allí y el peque empezó a jalarle la blusa desabotonándola por completo, muchas damos de lactar sin ningún problema, pero que nuestros hijos hagan eso es una locura.
Y cuando crecen llegan las bendita preguntas sobre sexo o genitales, cuándo nos dicen cómo nacieron o cómo se hacen los niños, podemos el rostro de mil colores, y ahora ya no se creen el cuento de la cigüeña, así que solo queda explicarles de acuerdo a su edad.
Aunque ahora sabiendo que son nativos digitales hay que estar preparados, ya no preguntan cosas tan sencillas, un día iba en el auto con mi peque y de repente me empezó a preguntar sobre qué son los hashtag, los memes y esas cosas, una que no está tan adaptada a la tecnología se queda sin respuestas.
Sin embargo, aunque a veces no sepamos qué hacer o qué responder, la curiosidad de nuestros hijos nos hacen felices, nos divierten y hasta no hacen fuertes. Recordemos este día de la madre, todos esos detalles que los hacen especiales.
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